Este paraíso era uno de los 13 países más pobres del mundo hace 50 años, cuando logró independizarse de Reino Unido en septiembre de 1966; pero poseía algo muy valioso, además de sus entornos naturales y de una democracia que hoy es la más antigua del continente africano: minas de diamantes que fueron explotadas por la empresa De Beers,

La explotación de diamantes ha permitido el desarrollo de este país del sur de África, en un territorio cubierto en un 70% por el desierto del Kalahari (con sólo un 4% de la superficie restante apta para el arado), su Producto Interno Bruto (PIB) per cápita no llegaba a los US$ 100 y dependía fuertemente de la ayuda extranjera.

El principal sostén de la economía botswanense

La obtención de diamantes, que alcanza cerca del 40% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Las otras importantes fuentes de ingreso vienen por ejemplo de las exportaciones de carne que es otro gran activo: en 2017 el país contaba con 2,5 millones de cabezas de ganado, es decir, se contabilizaba que en ese momento había más vacas que personas; asimismo con la premisa de que debe existir un turismo que beneficie a todos, cabe destacar en este ámbito que en 2016 superó los dos millones de visitantes, contribuyendo directamente al PIB en un 3,9% (10% la total) y las inversiones el 8,5% del total, así como la tasa de empleo en el sector está posiblemente entre las más altas del país, con 35.000 puestos inmediatos y cerca de 125.000 indirectos.

La vida salvaje, gran potencial

Botswana también inhibió cazar especies salvajes en 2012 y hoy puede decir que aloja a la mayor población de elefantes africanos del mundo (130.000, un 37% del total) en un momento en que la caza secreta y el cambio climático están extinguiendo la especie en otros lugares del continente, donde en los últimos siete años, la humanidad ha asesinado a 144.000 ejemplares, el 30% de los que subsistían. Botswana tiene muchos años de práctica en el amparo, cuidado y convivencia con elefantes y otras formas de vida salvaje, como parte de su cultura es educar a los habitantes, que pueden ver los beneficios y cómo pueden participar.

Y, si los diamantes se acaban.

El ministro de Medio Ambiente, Tshekedi Khama, sostiene que «Los diamantes no duran para siempre, pero el turismo y el desarrollo sostenible, sí». Asimismo, no espera ser otro destino africano de safari sin más, marcando la diferencia, a través de nuestra manera de saber manejar la responsabilidad sobre la madre Tierra. Así es, con ideas visionarias Botswana demuestra que, en medio de fracasos económicos, este país ha prosperado aprovechando sus recursos naturales