Dentro de las muchas variaciones que permite la cultura, existe algo así como una categoría que hace referencia a una clase social alta y poderosa que ha sido reconocida como cultura elitista. En este sentido, se hace pertinente señalar que, en un grupo social, las personas de élite son aquellas que bien sea por esfuerzo, suerte o herencia se ubican en la posición número uno en lo que se refiere al poder económico, político, religioso y educativo.

Puesto que la cultura elitista es aquella que cobija a los ricos, a la aristocracia y en general a los de mayores posibilidades, a lo largo de la historia se le ha adjudicado una especie de desprecio de su parte hacia la cultura de tipo popular.

¿De qué se trata la alta cultura?

Se trata entonces de aquella cultura que se ha consolidado con el objetivo de satisfacer los gustos de las clases distinguidas, grupos de personas para quienes se crean obras artísticas únicas, sofisticadas y muy costosas, que las hacen inaccesibles para el resto de la población, que debe conformarse con ver expuestas estas obras en museos o galerías de arte.

La moda y la música son otros escenarios que también hacen parte de las características de este fenómeno cultural que maneja una ideología ciertamente dominante, lo cual se convierte en una especie de motivación para quienes no hacen parte de ella, ya que buscan continuamente la manera de pertenecer a esta distinción que se lleva un juicio de valor que la califica como la mejor.