Como parte de los mensajes predicados por Jesús, es posible encontrarnos con las bienaventuranzas, las cuales de acuerdo al catecismo de la iglesia católica se encargan de describir el rostro de Cristo y revelar su caridad algo que en otras palabras equivale a ilustrar las acciones y actitudes que todo cristiano debe poner en práctica en su vida diaria. Hablamos entonces del trazo del camino hacia la felicidad, pues tanto en el Nuevo Testamento como en el Antiguo se hace referencia a cientos de ejemplos que indican como ponerlas en práctica.

Recordemos que fue en el Sermón del Monte donde el hijo de Dios reveló estas sentencias que se centran en el amor, la humildad, la compasión y la espiritualidad. Conozcamos entonces algunas de las principales características de las bienaventuranzas pues será este conocimiento el que nos permitirá vivirlas a plenitud y dar ejemplo al prójimo.

Características de las bienaventuranzas

Tanto los evangelios de San Mateo como de San Lucas transmiten detalladamente diversos aspectos sobre las bienaventuranzas, palabra que fácilmente puede tener como sinónimos dicha y felicidad y que de hecho guarda un gran significado para quien realmente ama a Dios y le reconoce como único y verdadero guía espiritual.

Si bien actualmente no es mucho lo que se hable sobre ellas, la verdad es que tomarse un tiempo para analizarlas y establecer formas de asimilarlas es algo que arrojaría grandes frutos. Veamos entonces a grandes rasgos sus principales particularidades.

  • Anuncian bendiciones y recompensas.
  • Están asociadas al gozo de la resurrección.
  • Describen la vocación de los fieles.
  • Recogen las promesas al pueblo elegido desde Abraham.
  • Alimentan la predominancia de la esperanza sobre las tribulaciones.
  • Hacen claridad sobre los designios del Señor y en general sobre lo que espera de los hombres.
  • Son una fuente inagotable de protección y cuidado del Padre.

El cristiano bienaventurado

Tal y como se menciona y se profundiza en https://www.lasbienaventuranzas.net cada cristiano tiene a su elección el apropiarse o no de este conjunto de peculiaridades que además enaltecer la grandeza del amor hacía el prójimo hacen posible la unión honesta con Jesús.

Por tanto, el cristiano bienaventurado será aquel que con una constante hambre espiritual pueda trabajar en la consecución de un corazón limpio que a su vez le permita procurar la paz con absolutamente todos los que le rodean. Igualmente será ese individuo que abandonado en los mandatos divinos encontrará en los obstáculos una manera de hacerse fuerte pues sabe que jamás estará solo.