Aunque su uso sea algo cotidiano, especialmente por parte de las autoridades al momento de identificar criminales, lo cierto es que no siempre se ha hecho uso de la huella dactilar para identificar a las personas, de la manera en que hoy en día todos conocemos; por tanto, partiendo del hecho de que no existen dos personas con los dedos iguales estas pasaron a convertirse en un método de alta efectividad para la resolución de crímenes y variados problemas legales.

Revisando un poco la historia, el nombre de William Herschel sobresale bastante en este tema, ya que fue este británico quien en el año 1858 decidió mojar su mano con tinta para estamparla a manera de firma sobre el papel de un contrato que debía aparecer con su nombre, más tarde se le ocurrió que podía simplificar este procedimiento grabando únicamente la yema de los dedos.

Las huellas dactilares y la policía

Puesto que Herschel se desempeñaba como magistrado colonial británico en la India, tras la firma del contrato mencionado, se dedicó a realizar pruebas dándose cuenta que la huella dactilar no cambiaba con el paso del tiempo, de manera que presentó un informe al gobernador de Bengala en donde sostenía que estas huellas eran una herramienta de identificación mucho más efectiva que las fotografías.

En 1892 de la mano de una detective en Argentina, se consiguió resolver un crimen de altas proporciones, en 1903 hermanos gemelos pudieron ser identificados a través de lo que serían las primeras pruebas biométricas, finalmente en Estados Unidos en 1924 el FBI estrenó el archivo que es actualizado constantemente